septiembre 17, 2009

Vampirismo




Siendo un habitante del "castillo de la pureza", es a veces imposible conciliar el sueño pensando en como evadir o brincar algunas de las reglas y tratar de volar como el grandioso Dédalo para obtener una bocanada de aire y resistir en un encierro moral oxidado.
En esa ausencia de Morfeo, me invadió de pronto la imperante necesidad de convertirme en vampiro lírico, dejar la luz del día, el estruendo, lo bano, lo visual y vivir de noche con el silencio, y con uno que otro ser nocturno, cambiar unos sentidos por otros, ver sin usar los ojos, sentir sin tener que tocar, escuchar a la nocturna dama de velos grises y hablarle mudamente.

1 comentario:

Oscar dijo...

Esta prosa, esta buena. Si, es cierto que a veces, dan ganas de cambiar lo rutinario. Y hacer cosas nuevas, o conocer otras personas distintas, fuera de las que son, como yo digo aqui, en Argentina, mediocres. Un nuevo saludo.